Antes de la última jornada habían pasado tres largos meses desde la última vez que los Dallas Cowboys encajaron la que era hasta ese momento la única derrota de la temporada. Esta había llegado en la primera semana de competición a manos de los New York Giants. Durante todo este tiempo, habían arrollado a todo tipo de rivales con los que se habían cruzado, mostrando una solidez poco común en un equipo tan joven como el tejano. Este pasado domingo, día en el que con un nuevo triunfo certificarían su pase a postemporada con el seed 1 de la Conferencia Nacional, perdieron su segundo partido del año. Su verdugo, de nuevo los Giants.

La blue chirip de Nueva York ha sido el único conjunto en superar a los Cowboys, y encima, lo ha hecho por partida doble. Con esta última victoria los de la Gran Manzana tienen un pie y medio también en playoff, incluso les han metido una pizca de presión a los vaqueros en el objetivo de estos por finalizar en lo alto de la clasificación de la NFC. Es cierto que con dos partidos de ventaja lo tienen prácticamente hecho, pero todavía quedan tres jornadas y todo puede pasar, más aun si tenemos en cuenta que los dos próximos enfrentamientos de los de tejas son contra equipos que también se están jugando sus opciones de clasificar para postemporada.

Si los Giants terminan certificando su pase, hay un alto porcentaje de que estos dos enemigos divisionales vuelvan a verse las caras, ya sea en una hipotética ronda divisional o incluso en la misma final de conferencia. Y llegados ese punto me rió yo de quien de los dos estaría más asustado de ver al otro enfrente. No suele ser muy habitual que un mismo equipo se lleve el gato al agua ante un mismo rival tres veces en un año, pero tampoco tiene que ser muy divertido tener que enfrentarte al que de momento ha sido el único rival que ha podido vencerte.

Ambos arrastran varias lagunas en su juego y no me cabe duda que el contrario intentaría ponerlas de manifiesto en caso de que se diera esta situación. Es sabido por todos que la gran arma de los Cowboys es su línea ofensiva, ya hable de ella largo y tendido en un artículo anterior, donde desgrané cuales son los efectos positivos que genera esta unidad (La línea de América). Por ella pasan prácticamente todas las opciones de los Boys, por lo que necesitan que no baje ni un ápice el nivel mostrado hasta el momento, y lo que es más importante, que no sufran bajas en forma de lesiones.

Zeke en una jugada de carrera, vía giants.com

Esta OL protege y secunda a dos jugadores que se han llevado todos los focos durante el año, como son Dak Prescott y Ezekiel Elliot. Cierto es que el desempeño de ambos ha sido muy bueno hasta el momento y no se les puede poner ningún pero. Sin embargo, no dejan de ser rookies, y por ello tampoco se les puede pedir que se echen el equipo a la espalda, ya que demasiado están haciendo. Esto puede ser uno de los talones de aquiles de los vaqueros por varias razones. En primer lugar porque la temporada se les puede hacer larga. En el college football no se juegan tantos partidos como en la NFL por lo que la carga acumulada puede pasar factura en enero. Además, y centrándonos más en el quarterback, hay que señalar que ya se le empiezan a ver las costuras, algo que es completamente normal.

Contra los Giants cuajó su peor partido, mostrando una inseguridad prácticamente desconocida hasta el momento. Se le vio muy irregular en la precisión de los lanzamientos y cuando tenía que hacer frente a terceros downs, el momento de la verdad para un mariscal, era incapaz de encontrar a un receptor abierto. La franquicia, es decir, Jerry Jones, ya confirmó que el novato será el QB que juegue todo lo que resta pero ya se oyen voces que piden a Romo, y no me cabe duda de que si la cosa se complica ya no serán voces, sino gritos que clamen porque el veterano jugador vuelva a hacerse con las riendas del equipo.

El ataque de Cowboys sufrió mucho este domingo, es cierto, pero no debemos olvidarnos de quién tenía enfrente. La defensa de New York ha demostrado ser una de las mejores de toda la competición y su secundaria está al nivel de la de Broncos y Seahawks, palabras mayores. Este domingo el front seven fue capaz de presionar a Dak, dándole más problemas de los habituales a la línea ofensiva de los tejanos. Prácticamente no echaron nada de menos a Jason Pierre Paul. Paliaron su baja con un desconocido como Okwara, quien jugó a gran nivel, y sobre todo con unas variaciones de sistemas ejemplares que mantenían a Dak incómodo en el pocket sin poder leer la formación defensiva que tenía enfrente en cada snap.

Todo esto hizo que el ataque de los Cowboys estuviera menos tiempo del habitual en el campo, provocando que su defensa tuviera que pasar más minutos en este. Esta obviedad es la clave que hace que la defensa de Dallas sea peligrosa. Si el equipo rival, al igual que hicieron los Giants, consigue que la defensa juegue, tienen mucho ganado, ya que esta es más bien limitada. Es cierto que cuentan con un jugador en sus filas que está firmando una campaña tremenda, como es Sean Lee. No obstante, más allá de él hay muy poquito que rescatar, por lo que si el equipo pierde la batalla del tiempo de posesión van a sufrir mucho. Por ahí es por donde se le gana a Dallas.

En lo que a New York se refiere, ya he comentado que la parcela defensiva la tienen completamente cubierta. De hecho, es gracias a esta defensiva que el equipo está donde está. Se ha encargado no solo de mantener con vida todos los encuentros, sino que varios de ellos los han ganado desde ahí. ¿Y por qué? Porque el ataque de Giants es un auténtico horror. Sé que con este tema me repito, ya que he venido escribiendo habitualmente sobre ello, pero es  la cruda realidad.

OBJ corriendo hacia la endzone tras la recepción, vía giants.com

Si ver jugar a los Giants es un privilegio gracias a su defensa, el ataque lo único que provoca es ganas de suicidarse. Es una completa castaña, desde el primero hasta el último, en donde solo se salva Odell Beckham Jr., siendo el protagonista, o más bien el antagonista, el hermano menor de los Manning. Eli está completando sin lugar a dudas su peor año como profesional. No hace falta ni mirar sus números para corroborar esta afirmación, basta con verle jugar un rato. No es necesario que os traguéis un partido completo, no se lo recomiendo a nadie, con unos minutos es más que suficiente.

Se puede repetir la misma cantinela de siempre: la línea ofensiva es mediocre y el juego de carrera inexistente. Vale, lo compro pero a medias. Esto no es excusa para que el quarterback esté jugando tan mal. No hace nada bien, su presencia en el bolsillo es nula, se asusta en cuanto ve llegar la presión, y a diferencia de lo que tan bien hacía su hermano mayor, que era tirarse al suelo, Eli además de encajar el golpe y el sack, termina perdiendo el balón a través de un fumble. Si hablamos de sus lanzamientos, si estos se pueden llamar así, hay que calificarlos como horrendos. Las intercepciones que sufre, más que por mérito del contrario son por demérito suyo. Suelta unas mandarinas inexplicables de las que las secundarias rivales se aprovechan semana sí y semana también. Contra Cowboys se empeñó en perder el partido él solo cuando lo único que tenía que hacer era conservar la posesión de balón en los minutos finales. Y lo peor de todo, es que no se nota una mejoría, al contario, con el paso de las jornadas Eli ha empeorado, hasta convertirse en el lastre de su equipo. Es por esto que la defensa tiene aún más mérito, ya que tiene que hacer frente a los errores que se marca su mariscal.

McAdoo, el head coach que llegó para suplir a Coughlin, tampoco está haciendo nada para que la situación se reinvierta. Su game plan es completamente monótono, y la West Coast Offense que practican es muy limitada. Tan limitada que a día de hoy solo hay una jugada efectiva, el pase rápido a OBJ tras una ruta hitch o slant de este, para que luego él se gane las yardas por sí solo. De hecho esta última es la preferida, ya que han sido varias las ocasiones en las que se ha podido ver al receptor ejecutar esta ruta, realizar la recepción, y atravesarse el campo hasta la endzone rival. Contra los Cowboys tuvimos el último ejemplo. Mucho va a tener que mejorar esta ofensiva si quieren hacer algo importante en playoff, ya que pararles va a resultar muy fácil tengan enfrente una defensa de garantías o no. Simplemente tienen que colocar dos o tres hombres sobre OBJ y dejar que Eli haga el resto.

En definitiva, Dallas Cowboys y New York Giants estarán, salvo debacle de estos últimos, jugando por el anillo en unas semanas. Pero para luchar con todas las de la ley por este objetivo primero tienen que trabajar en salvar las deficiencias que a día de hoy arrastran. En enero una derrota es definitiva y de nada vale haber hecho una temporada regular casi perfecta. Ahora es cuando llega el momento de la verdad y cuando deben demostrar que van en serio.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

About Author

Comments

comments