Dallas Cowboys es el mejor equipo de la NFL. Esta es una afirmación que no se había escuchado o leído en todo lo que va de siglo veintiuno. El llamado “Equipo de América” ha pasado sin pena ni gloria por la mejor competición del mundo durante los últimos veinte años. Su bagaje durante todo este tiempo ha sido cinco apariciones en postemporada (tres como campeón de división y dos vía wild card), en las cuales dos veces fue finalista de conferencia. Un pobre resultado para la entidad deportiva más rica y poderosa del mundo.

Actualmente, y rompiendo cualquier tipo de pronóstico de principio de temporada, no solo tienen el mejor record de toda la liga, sino que son sin duda el conjunto a batir. Las sensaciones que trasmiten son más positivas a cada semana que pasa, y su juego está creciendo a pasos agigantados domingo a domingo. Tanto es así, que da la impresión que a día de hoy son prácticamente invencibles. Si nos paramos un instante a repasar el resto de 31 franquicias, a mí no se me ocurren más que dos o tres nombres que les podrían llegar a plantar cara en playoff o en un hipotético Superbowl. Es cierto que esto es football profesional. Todo puede cambiar de la noche a la mañana, y no hay año en el que salte una gran sorpresa, pero se me hace casi imposible pensar que el representante de la Conferencia Nacional en la próxima final no sea otro equipo que Dallas Cowboys.

¿Y cómo un grupo, del que apenas se esperaba nada haces dos meses y medio atrás, ahora es catalogado como invencible? Más aún, ¿cómo se ha podido convertir en el principal aspirante al anillo teniendo en cuenta que su quarterback estrella se lesionó en pretemporada? Obviamente, y tratándose de un deporte tan colectivo hasta el punto de que son 53 jugadores por lado los que disputan cada partido, no es una sola la causa del buen estado de forma por el que atraviesan los Boys, sino que son un conjunto de factores cuya conjunción permite que todo esto sea posible. Pero aun así, y sabiendo que para tener éxito la mayor de las cualidades que debe tener un conjunto de fútbol americano es el equilibrio entre todas las facetas del juego, hay que señalar como la principal culpable de su buen año a cinco jugadores. Cinco compañeros que juegan como si fuera uno solo. Evidentemente me estoy refiriendo a la línea ofensiva.

Esta unidad, que tanto pasa desapercibida para el ojo del seguidor, tiene tanto o más importancia que cualquier otra dentro de un equipo. La función de los “gordos”, como cariñosamente se les llama, es vital en el funcionamiento de todo sistema ofensivo. Es muy evidente cuando un ataque cuenta con una línea mediocre o una de calidad, o cuando dentro de una línea aceptable hay un eslabón que falla. Pues bien, en Dallas no solo no falla nadie, sino que los cinco forman una línea de muchos quilates, la cual actualmente es la mejor unidad de toda la NFL. Y digo unidad, no línea ofensiva, por todo lo que a continuación voy a explicar.

Zeke tras anotar un TD frente a los Steelers, vía CBS
Zeke tras anotar un TD frente a los Steelers, vía CBS

Como decía, el football se basa constantemente en el equilibrio y esto es lo que ofrece la offensive line de los Cowboys. La superioridad de estos cinco mastodontes es tal, que parar el juego por tierra de Dallas es prácticamente imposible. Dominan el tiempo del partido desde el backfield, apoyados en un excelente corredor como es el rookie Ezekiel Elliot, quien merece capítulo aparte. Zeke es capaz de atravesar el campo de punta a punta en casi todos los drives, secundado por supuesto por los cinco de delante. Es una utopía frenar a este running back, el cual va disparado a batir todos los records como novato se le pongan por delante (si es que no bate records absolutos). Este dominio desde la carrera influye de manera directa en dos aspectos importantísimos del equipo, como son el juego de pase y la defensa.

Los Cowboys están jugando en la posición de mariscal con otro rookie, Dak Prescott. Este novato no solo está jugando a un gran nivel, sino que ha hecho que los complicados fans de los Boys se olviden del defenestrado Tony Romo, quien a pesar de ya estar en condiciones de volver a los emparrillados, ha visto como ha perdido el puesto de titular. Es cierto que Prescott está mostrando garantías suficientes como para llevar al equipo hasta playoffs, pero sin lugar a dudas es el más favorecido del trabajo que está realzando la línea. Esto se puede observar claramente en tres circunstancias. Uno: puede ejecutar jugadas de engaño (play action) con gran facilidad debido al temor de las defensas rivales a un posible acarreo. Dos: el que dichas defensivas metan tantos hombres en la caja deriva en que los receptores de Dallas cuenten con un gran espacio para correr rutas sin apenas oposición. Tres: cuando el partido lo requiere y es necesario arriesgar y jugar única y exclusivamente al pase, Dak cuenta con una cantidad de tiempo indecente para escanear el campo antes de realizar el lanzamiento. La protección con la que cuenta en el pocket es simplemente sublime, lo que le da varios segundos más de lo que suele ser habitual para un quarterback a la hora de leer rutas y defensas. Todo ello una vez más gracias a los “gordos”.

Vayamos al segundo punto que sale favorecido del gran juego de carrera que poseen los Cowboys. La defensa del equipo no es ni mucho menos una de las mejores de la competición. De hecho, me atrevo a decir que es muy limitada. No es ni de lejos una defensa dominante, sino que vive del oportunismo a la hora de provocar turnovers. ¿Y cómo una defensa se puede aprovechar de la línea ofensiva? Esta frase parece muy atrevida, pero es más sencillo de lo que parece. Como he indicado antes Dallas maneja de cabo a rabo los tiempos del partido, ganando la posesión a su rival siempre, lo cual permite a la defensa estar lo mínimo posible dentro del campo. De esta manera, se mantiene descansando en la banda durante gran parte de los encuentros, reponiendo fuerzas y energías. Así, cuando deben volver a la contienda, la hacen como verdaderas motos, sin tener que dosificarse en ningún snap  jugando al límite cada jugada.

Como hemos podido comprobar, todo en el juego de Dallas Cowboys está directamente relacionado con el poderío de su línea ofensiva. Sin su dominio, los acarreos no serían tan peligrosos aun contando con Zeke, Prescott no tendría tantas facilidades para pasar, y la defensa se mantendría más minutos en la cancha lo que le haría ser mucho más vulnerable. Os aconsejo ver detenidamente los tres touchdowns que anota Elliot en el partido contra Steelers. No le miréis a él, sino observad lo que hacen los “gordos” en cada una de las jugadas. Es un espectáculo, Zeke simplemente tiene que aprovechar los espacios y correr. Es prácticamente imposible que suceda, pero si esta unidad sigue jugando como lo viene haciendo hasta la fecha, y permite finalmente al equipo alzarse con el mejor balance de la regular season, esta temporada habría que renombrar el premio al MVP. El galardón debería pasar a llamarse MVPs (most valuable players) y ser otorgado a los cinco hombres de la línea ofensiva de Dallas. Quedaos con estos nombres, porque juntos forman la unidad más temida, poderosa y dominante de toda la NFL: TYRON SMITH, RONALD LEARY, TRAVIS FREDERICK, ZACK MARTIN, DOUG FREE

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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