Estamos a las puertas de una nueva temporada y es momento de analizar cada una de las treinta y dos franquicias que actualmente componen la NFL. Es tiempo para la especulación, para intentar descifrar cómo y cuánto serán utilizadas las nuevas incorporaciones y si encajarán en los esquemas de sus equipos, y como esto, cientos de aspectos más de los cuales a final de año no se habrán cumplido seguramente ni la mitad de la mitad. Pero no por ello vamos a dejar de hacerlo y en esta ocasión el objeto de estudio serán los Seattle Seahawks, más en concreto, su ataque.

Esta franquicia lleva ya un lustro siendo clara contendiente a representar a la NFC en el Superbowl y si bien su seña de identidad ha sido siempre su magnífica defensa y en especial su secundaria, la conocida Legion of Boom, siempre han contado con un ataque mucho más que aseado, en el que la principal referencia era su running back estrella Marshawn Lynch.

Otto Greule Jr/Getty
Marshawn Lynch (Foto: Otto Greule Jr/Getty Images)

Pues bien, este extravagante jugador conocido como Beast Mode, ha decidido retirarse, dejando a mi entender un backfield muy huérfano. Algo totalmente comprensible si atendemos tanto a las estadísticas como a las sensaciones que dejaba temporada tras temporada desde que llegó a Seattle. Lynch ha sido, con permiso de Adrian Peterson, el corredor más dominante de la liga en estos últimos años.

Son varias las opciones que el equipo maneja para suplir la baja, siendo a priori Thomas Rawls la más importante entre ellas. Este jugador no drafteado, que pertenece a la camada de novatos del 2015, ya desempeñó una meritoria labor la campaña pasada cuando tuvo que ocupar el puesto de corredor número uno por la lesión que dejó al bueno de Lynch en el dique seco durante un buen tramo de la temporada.

No obstante, hay un par de nubarrones que se ciernen sobre las posibilidades de triunfar que tiene Rawls. Por un lado está el hecho de que este ya no será un desconocido para los coordinadores defensivos de los equipos rivales. La temporada sophomore de los running backs nunca es fácil y debe ser el año en el que se reivindique como un jugador válido para esta exigente competición y evite quedarse en el camino como un talentoso jugador que no supo desarrollarse.

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Thomas Rawls (Foto: Getty Images)

En segundo lugar y no por ello menos importante es el estado físico con el que llegará a los primeros partidos. Rawls sufrió una fractura de tobillo al final de la regular season de la que aún se está recuperando. Y aunque su entrenador ya ha declarado que espera que esté al 100% para el primer encuentro del año, esta incógnita se mantendrá hasta que le volvamos a ver dentro de un emparrillado.

Después de Rawls se abre un amplio abanico de posibilidades que a mi entender no hacen más que confirmar las dudas que el propio staff tiene sobre el jugador. Y es que los Seahawks eligieron hasta tres corredores en el pasado draft celebrado a principios de mayo, una clara muestra de la incertidumbre que se vive respecto a esta posición. C.J. Prosise (ronda 3), Alex Collins (ronda 5) y Zac Brooks (ronda 7) fueron los tres seleccionados por el gran general manager de la franquicia, John Schneider.

A falta de ver si Brooks consigue hacerse un hueco final en el roster de 53 jugadores, el coach Pete Carroll tiene la esperanza de que los dos primeros jugadores puedan ser activos importantes de la plantilla a la hora de producir yardas. Pueden ser un buen complemento a Rawls dado que los tres tienes características distintas y de esta forma formar un comité en el backfield que actúe de forma eficiente. Yo no soy especialmente amigo de estos comités pero tapar una pérdida como la de Lynch no es tarea fácil por lo que puede ser una buena alternativa contar con varias opciones.

En Collins se va a buscar el reemplazo natural de Lynch. Es un jugador de potencia cuyo aporte podría basarse en golpear las líneas rivales con el fin de conseguir un desgaste de las mismas con el paso de los minutos. Estas jugadas de carrera en las que se obtienen 3 ó 4 yardas, por poco espectaculares que parezcan, son sumamente necesarias en cualquier equipo de fútbol americano para conseguir el tan ansiado equilibrio.

Por su parte, Prosise es un jugador más polivalente. De hecho es receptor reconvertido en corredor. Prototipo del running back que tanto se está utilizando en la NFL actual. Cada vez son más los equipos que cuentan en sus filas con jugadores capaces de sumar muchas yardas aéreas (incluso ser el principal objetivo del quarterback) saliendo desde el backfield. Carroll ya ha expresado que le encanta este jugador. Yo espero que lo utilice en terceros downs o jugadas de engaño, pero para que pueda ser un verdadero aporte es esencial que haya una buena química con el que a partir de ahora será sin lugar a dudas el verdadero jefe del ataque, Russell Wilson.

A mi modo de ver y dadas las incógnitas que campean en el juego de carrera, esta temporada puede producirse una evolución total en el juego ofensivo. Una transformación tanto necesaria como obligada hacia un juego basado en el pase. Para ello, obviamente Wilson debe ser el principal abanderado. El pequeño mariscal de campo ya ha demostrado que puede ser un líder y no está exento de facultades para ser un quarterback top de la liga. A pesar de su aún corta carrera, experiencia no le falta. Ha llegado a playoff en todos y cada uno de los años desde que fue drafteado, plantándose en dos Supertazones y ganando uno de ellos. Más importante aún es la sangre fría que ha demostrado en momentos de máxima presión como fueron las finales de conferencia de los años 2014 y 2015, donde los Seahawks tuvieron que remontar frente a 49ers y Packers respectivamente.

A pesar de su baja estatura es un gran pasador, con una más que buena lectura del juego y de las defensas rivales. Además, se convierte en un arma letal cada vez que sale fuera del bolsillo, ya sea en jugadas preparadas o rotas. Wilson es capaz de correr y sortear rivales como si de un especialista en la materia se tratara pero con la virtud de mantener la vista puesta en el horizonte en cada momento y con el brazo preparado para soltar el ovoide de un forma brillante si logra divisar algún compañero solo. Es un virtuoso a la hora de completar pases imposibles en movimiento. Esto está solo al alcance de unos pocos privilegiados y en la actualidad solo Aaron Rodgers le está a la zaga.

Doug Baldwin (Getty Images)
Doug Baldwin (Foto: Getty Images)

Russell está más que capacitado para ser la piedra angular en la que se base la ofensiva pero para que esto pueda ser un hecho va a necesitar más que nunca la ayuda del cuerpo de receptores. Doug Baldwin acaba de firmar un gran contrato multianual (46 millones por 4 años con más de 24 garantizados) gracias al gran final que tuvo la campaña pasada. Su conexión con Wilson ha ido mejorando con el paso del tiempo hasta llegar a conseguir un entendimiento que roza la perfección. Muestra de ello fueron los 14 touchdowns que consiguieron durante la última regular season, casi todos ellos en los últimos partidos.

La importancia que ha tomado Baldwin en el juego aéreo puede suponer una serie de consecuencias positivas para el resto de sus compañeros de posición, aprovechándose de la atención que reciba en forma de dobles coberturas. Jugadores como Tyler Lockett tienen que aprovecharse de ello. Hay muchas expectativas puestas en este receptor de segundo año y la pasada temporada ya mostró destellos de lo que puede dar más allá de lo buen retornador que es. Para la inminente campaña es esencial que dé un paso adelante si los Seahawks quieren desarrollar una evolución en su ofensiva.

Una vez repasada la importancia de los wide receivers principales en el devenir del ataque, para mí la pieza clave en este rompecabezas que están tratando de descifrar en Seattle es Jimmy Graham. Este tight end llegó en la offseason pasada al equipo del estado de Washington mediante un trade con los New Orleans Saints con el objetivo de ayudar a crecer a Wilson como pasador, lo cual aún es más un proyecto que una realidad.

Conocida es la labor que Graham realizó en su ex equipo, la cual le llevó a ser considerado como el segundo mejor ala cerrada de la liga solo por detrás del increíble Rob Gronkowsi. Aunque sus habilidades como bloqueador, algo primordial para ser un buen tight end, son más bien escasas, actuando como receptor abierto ya ha demostrado que es excepcional. Realiza muy pocos drops y en la red zone es un peligro constante gracias a su portentosa envergadura. En 2015 no pudo hacer gala de estas cualidades, en gran medida a que no fue ni mucho menos el principal objetivo de Wilson. Aunque hay que reseñar que cuando parecía que esta tendencia empezaba a cambiar y que el quarterback empezaba a buscarle más, Graham sufrió una lesión que le apartó del equipo para lo que quedaba de temporada.

Mucho se habló de la casi inexistente aportación de Graham. Todo hacía indicar que su adaptación a los esquemas del coordinador ofensivo era muy ineficiente llegando en muchos casos a dudarse del acierto de la operación que le permitió desembarcar en Seattle. Yo tengo una teoría muy distinta y particular a todo esto. A pesar del complicado comienzo que tuvieron los Seahawks en la última regular season, en la franquicia nunca hubo ninguna duda de que llegarían a playoff, escenario donde se convierten en un conjunto temible. Guardo para mí que el objetivo de Carroll era mantener un poco en el olvido a Graham, ocultándolo todo lo que fuera posible hasta llegar a los momentos más determinantes de la temporada. Esta idea nunca se pudo comprobar debido a la lesión que he comentado anteriormente pero este año va a estar en ojos de todos y en unos meses sabremos si estaba en lo cierto. Hasta entonces me voy a permitir la licencia de creer en ello y pensar que Graham puede convertirse en el mejor amigo de Wilson dentro del campo.

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Todo lo expuesto hasta ahora, tanto en lo referente al juego de carrera como a la más que posible metamorfosis de la ofensiva a un predominio del pase, tiene un pero gigante: la línea ofensiva. Esta unidad es una de las más mediocres de toda la NFL y yo me esperaba que Schneider fuera más incipiente en la búsqueda de refuerzos en cada una de sus posiciones tanto en la agencia libre como en el draft. Al final en este fueron “solo” tres selecciones: Germain Ifedi (ronda 1, en la foto), Rees Odhiambo (ronda 3) y Joey Hunt (ronda 6). A mí personalmente se me queda muy corto y pienso que su impacto, si es que se consigue, será más a futuro que algo inmediato, cuando la realidad es que el equipo necesita como agua de mayo una línea eficiente desde ya.

Hasta ahora y a pesar de conocerse estas deficiencias de la linea, el tipo de juego desarrollado y sobretodo los jugadores que lo ejecutaban, permitían que estas no fueran tan notorias. Lynch nunca necesitó una gran línea para rendir, él solo se encargaba de ello rompiendo placajes y ganando yardas después del primer contacto. Por su parte, Wilson es un auténtico mago a la hora de eludir la presión que recibe, desapareciendo del pocket cada vez que se colapsa como si del Gran Houdini se tratara.

Ahora los Halcones Marinos necesitarán más que nunca la ayuda de la línea si quieren seguir teniendo éxito, por lo que la expectación de cómo el staff puede lograrlo es máxima. Si lo consiguen, algo arduamente complicado, los Seahawks tendrían mucho camino recorrido en el objetivo de convertirse en un ataque dominante.

Este equipo ganará a través de la defensa muchos partidos e incluso gracias a ella puede meterse sin muchos apuros en playoff, pero la exigencia en la Ciudad Esmeralda sigue aumentando con el paso del tiempo y ya no solo se conforman con el mero hecho de ganar su división. Si esta temporada quieren optar con todas las de la ley a conseguir un nuevo anillo van a necesitar algo más que su excelente defensiva. Los rivales están al acecho y por ello el ataque tiene que contribuir más que nunca.

Por Stéfano Prieto

@stefanokresmar

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