Kevin C. Clark/Getty Images

La del domingo, fue una de esas noches que engrandecen al fútbol americano como deporte. ¿Y por qué? No porque el Superbowl celebrara sus bodas de oro o porque Peyton Manning consiguiera su tan ansiado segundo anillo, no. Fue una noche grande porque por enésima vez se demostró que predecir lo que va a ocurrir en un partido es una cuestión casi imposible, una de las características más bonitas de este deporte a mi modo de ver.

Ante todo pronóstico, los Denver Broncos se impusieron a los Carolina Panthers y alzaron al cielo de Santa Clara el reluciente Trofeo Vince Lombardi después de que su defensa firmara una de las mayores exhibiciones que se recuerden de la era moderna de este deporte.

Anoche, prácticamente todos los expertos en NFL tuvieron que agarrar sus previas y análisis y pasarlos por la trituradora de papel más bien pronto que tarde. Habían sido muy pocos los “atrevidos” en dar a Denver como favorito en la victoria final y los que así lo hicieron siempre fue o “con la boca pequeña” o simplemente porque les gusta despegarse de las mayorías.

Los Panthers llegaban al Super Bowl subidos en la cresta de la ola, después de haber barrido a sus dos rivales de playoff. Una gran defensa basada en el oportunismo y con una columna vertebral formada por grandes estrellas de la liga. Un ataque que juega a ritmo supersónico, capaz de aniquilar en un abrir y cerrar de ojos a cualquiera que se le pusiera por el medio, dirigido por el hombre del momento, el flamante MVP de la liga, SuperCam Newton.

Por el cara a cara entre esta ofensiva y la defensa de Broncos iban a pasar las “pocas” opciones de ganar que tenían estos últimos. Esta excelente unidad, dirigida por el gran coordinador defensivo Wade Phillips, tenía no solo que jugar un partido perfecto para ser capaz de mantener el luminoso en un marcador bajo, sino que se hacía prácticamente imprescindible que sumara puntos para su equipo. La inoperancia que se le presuponía al ataque, la cual se confirmó en los primeros compases del partido, hacía que esto último fuera una tarea obligatoria.

Pues bien, poco después de consumido tan solo la mitad del primer cuarto, esta necesidad fue cubierta en una jugada magistral del liniero exterior Von Miller. La elección número dos del draft de 2011 y posterior MVP de este partido, primero se deshizo con enorme facilidad del tackle derecho y cuando llegó a Newton no solo se conformó con conseguir el sack, sino que le arrebató de un zarpazo el ovoide de las manos. Este salió despedido hacia la end zone de Carolina para ser recogido por Malik Jackson y lograr así un touchdown defensivo. 10-0 en el marcador y mirando a los sorprendidos jugadores de los Panthers de tú a tú, haciéndoles saber que para ganar iban a tener que derribar el muro construido por Phillips, el cual no habían sido capaces ni tan siquiera de fisurar dos de los quarterbacks más consagrados de la liga como Brady y Roethlisberger en las eliminatorias previas a la final.

Es una locura el simple hecho de pensar que una defensa consiga dejar en tan solo un touchdown de pase a Tom, Big Ben y Cam en tres partidos consecutivos. Pues bien, la de los Broncos no solo realizó esta hazaña, sino que fueron capaces de adaptarse al juego de cada uno de sus adversarios y obligarles a ganar utilizando sus armas más débiles. Wade Phillips ha sido el artífice de estas victorias y el verdadero MVP no solo del último partido de la temporada sino de los playoffs al completo.

Hay que reconocer que la defensiva del equipo de Colorado está poblada por grandes nombres de la liga pero es un hecho que hasta este año no habían alcanzado este nivel de excelencia. El bueno de Wade ha conseguido sacar lo mejor de cada uno de sus jugadores y tejer con el conjunto de todos ellos una trampa en forma de tela de araña por la cual han ido pasando todas sus presas de una en una.

En este partido en concreto anuló las armas más importantes del ataque de Carolina, el cual se basa en una “zone read” ejecutada a las mil maravillas por Newton.

Logró parar desde el principio la carrera, clave todo el año de la ofensiva de los Panthers. Ni el backfield, con un renqueante Stewart, ni el propio Newton, tuvieron su mejor actuación minimizando el daño que esta faceta del juego podía provocar a algún que otro scramble de este último.

Secó al objetivo aéreo principal del equipo, el ala cerrada Greg Olsen, limitando su producción a unos paupérrimas cuatro recepciones para 41 yardas.

Phillips propuso que fuera Cam Newton el que tuviera que ganar el partido, pero jugando como pocket passer clásico y teniendo que lanzar el pase a los pobres receptores con los que cuenta, los cuales hicieron gala de su “talento” dejando caer el balón en múltiples ocasiones. Es evidente que Newton ha tenido una gran evolución en su juego desde el pocket, pero esta vez no pudo ganar el desafío impuesto por Phillips.

A esto hay que sumar la última “no sorpresa” que tenía preparada. El trabajo de los cuatro de la línea que colapsaban el bolsillo una y otra vez logrando golpear a Cam más que en ningún otro partido de la temporada. Miller y Jackson ya han sido nombrados anteriormente pero no hay que menospreciar el trabajo realizado por sus colegas Ware y Wolfe.

Después de aplicar los puntos expuestos y conseguir que funcionaran todos ellos simultáneamente, el partido fue sobre ruedas para los Broncos. Los Panthers solo fueron capaces de encadenar como es debido una sola serie ofensiva, al principio del segundo cuarto. Los minutos, los drives y los punts de ambos equipos fueron pasando sin que nada extraordinario ocurriera en el campo e intercalándose con algún que otro field goal de McManus.

De esta manera los Broncos se mantenían por delante en el marcador siempre rondando una anotación de distancia. Aunque esto pudiera parecer peligroso, es aquí donde los Denver se mueven como peces en el agua. Han estado así durante toda la temporada y no iban a ser menos en el gran partido. La defensa va consumiendo a la ofensiva rival en fuerzas e ideas progresivamente, hasta que te da la puntilla cerca del final o simplemente cede este honor a su ataque para que infle un poco sus pobres estadísticas. Porque es así, no nos engañemos, esta defensa ha estado jugando todo el año no solo contra la ofensiva del equipo contrincante, sino contra la suya propia, sobre todo cuando esta ha estado en manos de Manning.

El ejemplo más claro lo tenemos en el partido jugado este domingo, cuando Peyton dirigió a un ataque que tan solo consiguió 194 yardas, la menor cantidad para un equipo ganador del anillo. Solo fueron capaces de anotar un touchdown, el que a la postre fue el que sentenció el partido, a poco más de tres minutos para el final. Y esto efectivamente, fue gracias a los compañeros defensivos, los cuales provocaron otro turnover dejándoles con posesión dentro de la yarda cinco de Carolina y de que estos además les regalaran una oportunidad más por culpa de una falta en el tercer intento por entrar en la zona de anotación.

Patrick Smith/Getty
Patrick Smith/Getty

Además, fuera de las estadísticas, me atrevo a decir que por juego este ha sido el peor ataque de cualquier equipo que se haya encumbrado a la gloria. No creo que haga falta profundizar más en este aspecto del partido y por lo que a mí respecta me quedo con la persistencia de Manning, la cual le ha llevado a alcanzar su segundo título. Además, este partido le ha servido para hacerse con su victoria número 200, el mayor número alcanzado por cualquier jugador, superando así a otra leyenda como Brett Favre. Esta debe ser la guinda con la que Peyton ponga fin a su magnífica trayectoria. No debe plantearse en lo más mínimo volver a estar presente un año más dentro de los emparrillados de la NFL, por el bien tanto de él como de los aficionados. Manning tiene la oportunidad de retirarse por la puerta grande y emular al símbolo de la franquicia, John Elway, el artífice de su fichaje por los Broncos y actual presidente de operaciones de la franquicia.

A Elway también hay que darle el crédito que merece en este éxito pues su insaciable hambre de victorias ha puesto al equipo en lo más alto de la liga y ha conseguido, no sin decisiones controvertidas, que desde que él está a los mando de este barco tengan el mejor porcentaje de victorias de la NFL.

Por todo ello, no me queda más que felicitar al equipo campeón. Pero sobretodo, quiero dar la enhorabuena a toda la unidad defensiva, desde jugadores a staff, por el trabajo realizado durante toda la campaña y alabar a su coordinador, el gran Wade Phillips, por alcanzar el cuasi perfecto juego de sus pupilos. Todos ellos ya son parte de la historia de la mejor competición del mundo y nosotros tendremos la suerte de decir orgullosos dentro de unos años que vimos jugar a esta defensa.

Por Stéfano Prieto

@stefanokresmar

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