Último jueves de noviembre, fecha marcada en rojo por todas las familias norteamericanas. Día de Acción de Gracias, lo que es sinónimo de exuberantes comidas en las que destacan el tradicional pavo relleno y el pastel de calabaza. Pero hay una costumbre más de la que nos aprovechamos todos aquellos que poco o nada tenemos que ver con el “país de las oportunidades”. Es el día por antonomasia para la NFL, la cual pone en el escaparate tres partidos seguidos, uno detrás del otro, los cuales nos permiten disfrutar durante casi doce horas de nuestro deporte favorito. Podría parecer un domingo cualquiera, día de la semana en el que desde septiembre hasta diciembre nos pegamos un atracón similar de encuentros, pero no lo es. La semana de Thanksgiving supone el pistoletazo de salida a un último mes de competición que decidirá qué equipos viajaran a postemporada.

Como de tradiciones se trata, los partidos programados no son ni mucho menos al azar, por lo menos dos de ellos. El primero es al mediodía en Estados Unidos y siempre se disputa en Detroit. El segundo, y ya a la hora de la sobremesa, cuando todo el mundo se ha puesto las botas y está empezando con los licores, se juega en Dallas. El último de los tres es el que sería en horario prime time habitual y los dos equipos que se enfrentan cambian cada año. Este Acción de Gracias ha sido uno de los mejores de lo que llevamos de siglo en cuanto a football se refiere. Los seis equipos protagonistas llegaban mínimo con un balance de 0.500 en victorias, algo que no sucedía desde 1993, y para todos ellos era de vital importancia conseguir el triunfo de cara a la clasificación. Voy a tratar de dar una pincelada sobre lo que sucedió en cada uno de los partidos y cómo afecta el resultado final en el devenir de las franquicias.

MINNESOTA VIKINGS 13 – 16 DETROIT LIONS

Ambos llegaban empatados en la cabeza de la NFC Norte, con un récord de 6-4, por lo que aquel que se llevara el gato al agua se quedaría con el liderato en solitario. A pesar de esta igualdad, los Vikings partían con un ligero favoritismo, ya que aunque los resultados no les habían acompañado durante el último mes y medio, todos tenemos aún en la cabeza el principio de temporada que tuvieron.

El inicio fue eléctrico, anotándose en los dos primeros drives los únicos touchdowns del partido. Parecía que los ataques iban a imponerse a unas defensas que habían salido dormidas, pero no fue más que un espejismo. Un equipo, los Lions, por verse superado ante una defensa dominante, y otro, los Vikings, por inutilidad, fueron incapaces de sumar puntos en el marcador de otra forma que no fuera a través del kicker.

Los de Minneapolis han pasado en menos de dos meses de ser el ogro de la liga a no asustar a nadie. Como se pudo comprobar, viven única y exclusivamente de su defensa, algo que es muy peligroso a pesar de venir de un año en el que los Denver Broncos ganaron sin juego ofensivo. Esta fórmula no suele funcionar ya que si no consiguen añadir puntos a través de turnovers, el ataque por sí solo no va a ganar el partido. El dato está ahí, la única victoria que han conseguido en los últimos seis partidos llegó cuando la defensa y equipos especiales sumaron. En concreto fue el domingo pasado, cuando 14 de los puntos conseguidos vinieron de un pick six y de un retorno de kickoff.

El FG de Prater con el que los Lions ganan, vía WBOY
El FG de Prater con el que los Lions ganan, vía WBOY

Por su parte los Lions repitieron una vez más la gesta que les viene acompañando desde la semana uno. Volvieron a remontar un partido en el que se vieron a bajo durante algún momento del último cuarto, y esta vez lo hicieron de forma agónica, convirtiendo dos field goals en menos de dos minutos. Esto ha ocurrido en todos y cada uno de los once encuentros disputados. Esta es una muestra de la personalidad que tiene el equipo, y en especial Matthew Stafford. Nunca se rinden y luchan hasta el final por más difícil que sea la misión. No obstante, a mí me dejan a medias, ya que esta racha es imposible sostenerla. Al final es un conjunto que vive en el alambre y cuando esto es así siempre lo normal es que terminen cayendo.

Tras el triunfo, los de Motor City se ven en un marco inigualable para llegar a playoff. Son dos las victorias que tienen de ventaja sobre los Vikings, ya que a pesar de quedar con un 7-4 frente a un 6-5, les tienen ganado el enfrentamiento directo, ya que se impusieron las dos veces en las que se han visto la cara esta temporada. No ver a Detroit en pretemporada después de la situación actual sería una auténtica sorpresa consecuencia de un descalabro total. Por su parte, Minnesota se queda en una situación muy complicada. Deben ganar casi todo lo que les queda y esperar un tropiezo morrocotudo de los de Michigan. De confirmarse su no pase a postemporada, será un fracaso rotundo, más teniendo en cuenta que no contarán con la primera ronda del próximo draft tras haberla tradeado a Eagles a cambio de Sam Bradford.

WASHINGTON REDSKINS 26 – 31 DALLAS COWBOYS

Se esperaba que fuera el partido del día y así fue. Un duelo por todo lo alto, jugado de poder a poder, en el que a pesar de que los Cowboys fueron por delante en el luminoso desde los primeros compases, los Redskins no le perdieron la cara el encuentro en ningún momento. Es verdad que remaron y remaron para terminar ahogándose en la orilla, pero teniendo en cuanta que enfrente tenían el mejor equipo de lo que va de temporada, deben estar muy orgullosos de la imagen ofrecida.

Elliot empujado hasta la endzone por la OL, vía Washington Post
Elliot empujado hasta la endzone por la OL, vía Washington Post

Los locales no hicieron más que seguir el guión de todas las semanas. Como contaba en un artículo de la semana pasada (La línea de América), la línea ofensiva está intratable. Solo tienen que dejar que haga su trabajo, y a partir de ahí, todo empieza a caer por su propio peso, nunca mejor dicho. Elliot consigue sus casi 100 yardas de carrera y dos touchdowns a los que está abonado, Prescott puede sentarse a tomar un café en el pocket cada vez que tiene que pasar, y Dez solo tiene que esperar su oportunidad para rescatar alguna que otra recepción admirable. Lo mismo de todos y cada uno de los partidos. Ganan por avasallamiento. Este jueves terminé denominando a su forma de ganar el #Gordosistema (siempre desde la admiración a esos pedazo de jugadores que son los linieros de Dallas). Mientras esa offensive line siga manteniéndose sana el equipo irá en volandas hasta donde se proponga.

Por su parte, los capitalinos dejaron escapar una gran oportunidad para hincar el diente a su archienemigo. En la primera parte tuvieron varios errores puntuales e individuales que ante un rival del nivel de los Cowboys no te puedes permitir. Si Dustin Hopkins hubiera anotado los dos field goals que falló en los primeros compases, y si Duke Ihenacho hubiera interceptado un pase que se le cayó de las manos en la propia redzone de Redskins, probablemente la historia hubiera sido otra. Pero en el deporte los “y si” no valen, eso sería football ficción y aquí lo que importa es materializar de verdad tus oportunidades. A pesar de todo ello, Washington jugó un partido muy duro, en el que a Jay Gruden no le tembló la mano a la hora de arriesgar. Cierto es que no le salió, ya que perdió un onside kick que se jugaron a poco de comenzar el último cuarto, y tampoco anotaron cuando quisieron ir a por la conversión de dos tras touchdown. A pesar de todo ello, yo me quedo con su imagen, mostraron la ambición de un equipo ganador.

Con este triunfo los Cowboys se van ya al 10-1, por lo que prácticamente se dejan asegurado el triunfo de división y el bye en la primera jornada de playoff. Solo les quedaría ratificar la condición de jugar en el Metlife Stadium durante todo enero, lo que parece difícil que no consigan. Mientras, los Redskins se quedan con un 6-4-1 que de momento les sigue valiendo para ocupar una plaza de wild card. La derrota no les debería afectar mucho y si siguen juagando como lo vienen haciendo durante los dos últimos meses va a ser muy complicado sacarles de ahí.

PITTSBURGH STEELERS 28 – 7 INDIANAPOLIS COLTS

El duelo más descafeinado de los tres. Venía diluido ya desde el mismo momento en el que se confirmó que la gran estrella de los Colts, Andrew Luck, no jugaría al estar dentro del protocolo de conmociones. El quarterback era el único clavo al que se podía agarrar un conjunto bastante mediocre, siempre que se contemplara un escenario en el que el partido se decidiera en un duelo de pistoleros contra su homólogo en la posición, Ben Roethlisberger.

Big Ben y Brown celebrando un touchdown, vía Diario AS
Big Ben y Brown celebrando un touchdown, vía Diario AS

Al final se cumplió todo lo esperado. Los hombres del acero esperaron a que la victoria cayera de su lado por su propio peso. Por segundo partido consecutivo frente a un rival bastante menor, cambiaron su modus operandi en ataque. Dejaron de lado los fuegos artificiales que tanto le gustan a Todd Haley, el coordinador ofensivo, y se limitaron a darle la pelota una y otra vez a Le’Veon Bell. Más del cincuenta por ciento de las jugadas fueron carreras, en las cuales el gran running back se fue a las 120 yardas y un touchdown. Sin embargo, el que los Steelers decidieran amasar el partido vía terrestre no significa que la otra estrella del equipo, Antonio Brown, se quedara de brazos cruzados. Solo se le vio en cinco ocasiones, pero tres de ellas fueron para recibir un pase de touchdown, una salvajada al alcance solo de unos pocos privilegiados.

No hay más historia que esta, ya que aunque los Colts lograron encadenar series sostenidas, la amplia diferencia que rápidamente Pittsburgh puso de por medio, les obligo a arriesgar de manera precipitada. Para más inri, el equipo dirigido por Chuck Pagano vio como en el transcurrir del encuentro perdía a su mejor hombre tanto defensivo como ofensivo. Vontae Davis y T.Y. Hilton sufrieron sendas lesiones que les obligaron a abandonar el emparrillado, dejando huérfano a un conjunto que lo único que pedía era que no fueran humillados. También el center elegido en la primera ronda del último draft, Ryan Kelly, sufrió un golpe en el hombro nada más comenzar el partido que le impidió volver a la contienda. Demasiados problemas para unos Colts que ya empezaron jugando cuesta arriba.

Con el triunfo los Steelers se colocan líderes de división con un 6-5 a expensas de lo que hagan los Baltimore Ravens este domingo. En las cinco semanas que quedan, ambos protagonizarán una lucha encarnizada por llevarse la AFC Norte, sin perder de vista una posible plaza de wild card. Por su parte los Colts se colocan con un 5-6 que les devuelve a la cruda realidad, la cual nos dice que salvo sorpresón tendrán que ver los playoff desde el televisor.

Estos tres partidos han sido un aperitivo, muy delicioso sí, de lo que se nos viene por delante el fin de semana. Un día domingo en el que ningún equipo tiene bye, por lo que nos quedan 12 partidos que disfrutar (trece si contamos el Monday Night Football). Además de esto, y para los amantes del deporte, os recomiendo echar un vistazo el sábado a un encuentro que representa a la que es posiblemente la mayor rivalidad del deporte norteamericano. Las Universidades de Michigan y Ohio State juegan este sábado el denominado The Game. El nombre lo dice todo. Para ir abriendo boca os dejo un enlace con un documental sobre lo que significa este enfrentamiento (The Rivalry).

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

About Author

Comments

comments