Cualquier tiempo pasado fue mejor. Eso es lo que debe pensar el enigmático Todd Haley, coordinador ofensivo de Pittsburgh Steelers. O por lo menos esa es la sensación que transmite cada domingo en el que se empeña que sea Ben Roethlisberger el encargado de llevar el peso del ataque. Añora los días en los que su ofensiva atormentaba las defensas rivales con un juego vertical que había quedado como herencia del gran Bruce Arians, actual head coach de Arizona Cardinals.

Ese apego al pasado reciente es la única explicación que se me ocurre cuando veo un partido de Steelers en el que Big Ben se va a una cifra de pases superior a la treintena. Que el veterano quarterback no es el mismo que antaño ya no es un secreto, hasta él mismo lo ha dejado entrever con sus declaraciones post partido contra Jaguars en las que dijo textualmente: “maybe I don`t have it anymore”, lo que traducido a mi castellano es que está hasta las narices de jugar. Por si fuera poco, esta no es la primera vez que sale por esta tangente, ya que durante la pasada offseason ya estuvo coqueteando con una retirada que todo hace indicar que llegará al finalizar esta campaña.

Yo llevo un año diciendo que el futuro Hall of Famer ha dejado sus mejores días atrás. Ya desde el inicio del 2016 se le empezó a ver más errático que de costumbre, lanzando a destiempo, tomando decisiones equivocadas y con una dependencia total de Antonio Brown que le lleva a forzar pases hacia él sea cual sea la situación. Aunque a la afición acerera le ha costado aceptarlo, parece que la evidencia de los últimos encuentros (y las declaraciones) les ha ayudado a entender que Roethlisberger está cuesta abajo, sin embargo, creo que la situación es mucho más preocupante de lo que incluso yo podía intuir. Ya no se trata de si lanza bien un pase o no, sino que tengo serias dudas sobre si tendrá el empaque suficiente para hacer frente a situaciones de extrema presión, las cuales llegarán tarde o temprano. La experiencia me dice que a día de hoy Roethlisberger no está comprometido al 100% con el deporte y eso, a la hora de la verdad, puede suponer para su equipo estar jugando a la ruleta rusa. Todo profesional, y no solo me refiero a deportistas, cuando está cansado de lo que hace día a día y tiene su mente puesta en el retiro (o para los mortales en una vacaciones) no rinde como debería.

Ben Roethlisberger, vía Steelers

¿Estoy diciendo con todo esto que el staff debe sentarle y sacar al campo a uno de sus backups? Ni mucho menos. Prefiero a un Roethlisberger jugando en silla de ruedas que a Landry Jones o Joshua Dobbs, aunque bueno, con estos dos tendríamos risas aseguradas. Bromas aparte, la misión tanto de Haley como de Mike Tomlin, el head coach, en primer lugar es recuperarle en lo psicológico, hacerle ver que de verdad el equipo le necesita, y no solo como un jugador más, sino como el líder espiritual de la franquicia. Y en segundo lugar, y para mí más importante, es que le ayuden dentro del campo como lo hicieron en el último partido frente a Kansas City Chiefs. Lo que no se puede dar es un escenario como el de hace dos semanas en el que Haley se volvió loco e hizo lanza a Big Ben en 55 ocasiones frente a una defensa de Jacksonville Jaguars que era la peor de la liga defendiendo el juego de carrera. Sino tuvieras backfield podría incluso hacer un esfuerzo por entenderlo, pero es que tienes al jodido mejor running back de toda la NFL.

Dicen que rectificar es de sabios y Haley rectificó este domingo, pero lo siento, lo que hizo contra Jaguar fue tal aberración que deben pasar muchos encuentros para que pueda perdonárselo. Además, no entiendo el cambio de guion respecto a lo que vimos en el segundo tramo de la temporada 2016, en el que el juego de carrera había pasado a ser el gran protagonista y lo había hecho a lo grande. La gran mayoría de los aficionados a la NFL coincidíamos en que esta metamorfosis del ataque había sido un enorme acierto y que lo lógico sería continuar en la misma línea. Dejar que tu running back estrella, al cual además este año le has pagado la morterada que supone el franchise tag, se echara la ofensiva sobre sus hombros y que de vez en cuando Roethlisberger enviara un balón a Brown para que este nos deleitara con sus diabluras.

Esto último fue exactamente lo que mostraron frente a los Chiefs, equipo que se presentaba como único invicto y que venía dispuesto a dar otro golpe sobre la mesa y de paso dejar más tocados a los Steelers, algo que no sucedió como ya todos sabemos. Por fin se vio al equipo de Pittsburgh que todos esperábamos cuando se dio el pistoletazo de salida en septiembre. Pudimos deleitarnos con un Bell que destrozó a la defensa de Kansas City de principio a fin, sin que esta pudiera encontrar la forma de detenerle.

La actuación de Bell fue para enmarcar y más allá de las 179 yardas más un TD que sumó acarreando el ovoide, lo que me dejó impresionado fue que consiguiera 9 primeros downs. Funcionó como la apisonadora que ya conocemos y que aparece cuando le sueltan las cadenas. No obstante, más allá de los números, fue la sensación de superioridad la que más me impresionó, dejando en evidencia una y otra vez al rival. Bell es uno de esos seres superiores que cuando les ves jugar hacen parece fácil lo difícil y eso para mí es llegar al máximo nivel, sin importar de que deporte se trate. Sé que poner de acuerdo a todo el mundo acerca de quién es el mejor corredor de la liga es un imposible, al igual que ocurre con cualquier otra posición. Cuando hablamos de la élite son tan mínimas las diferencias que es cuestión de gustos, pero si yo me tuviera que quedar con uno por supuesto que mi elección sería Le’Veon Bell.

Antonio Brown, vía Steelers

Big Ben necesita un Bell así, el ataque de Pittsburgh necesita un Bell así. Si tenemos unos Steelers como los de esta semana de aquí a final de año estad seguros que no solo entrarán a playoffs sino que realmente serán uno de los grandes favoritos para hacerse con el anillo. Y no nos equivoquemos, que Bell sea la piedra angular del ataque no va ligado a que dejemos de ver a Brown, ni mucho menos. El receptor suma números casi por inercia debido a su calidad y en los momentos de mayor importancia siempre aparece. Como muestra me vale también el partido contra Chiefs. Fue capaz de sumar un gran número de yardas debido a su capacidad para correr after catch y además fue el encargado de darle la puntilla final al rival anotando un touchdown que solo él podía sacarse de la chistera.

He dicho al inicio de esta pieza que cualquier tiempo pasado fue mejor. La frase está en lo cierto para el conjunto de Pennsylvania, simplemente que no deben fijarse en esta última etapa, sino que deben abrir mucho más los ojos y mirar más allá, a esa época en la que estaban en la cima por ser los mejores en practicar el football de la vieja escuela. Correr y defender, correr y defender. Así se hizo grande esta franquicia y así es como podrán regresar a lo más alto. Deben volver a sus orígenes y la noticia positiva para ellos es que tienen todas las piezas necesarias para hacerlo, simplemente deben metérselo en la cabeza tanto su entrenador como coordinador ofensivo. Esa verbena de fuegos artificiales, serpentina y collares de flores en la que se convirtió su ofensiva fue entretenida, lo pasaron bien por un rato haciéndonos creer que eran unos jóvenes alocados, pero es el momento de volver a la realidad y que el ataque se convierta de nuevo en una cena entre adultos con traje y corbata. Los Steelers necesitan ser los viejos Steelers.

Para terminar os dejo un video con las mejores jugadas que nos regaló Bell en el partido contras Kansas City Chiefs.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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