1996. Una noche de invierno, frío invierno aquí en España. En mi TV no había nada que ver y yo estaba cambiando de canal como quien mira a los trenes pasar, sin ninguna conciencia de lo que estaba haciendo. De repente, el verde llenó mi televisión. El color del césped me llamó la atención, pero fue otro verde el que me dejó pegado al viejo aparato de mis padres. Era una camiseta con el número 4, de un tío que se movía demasiado y que gesticulaba aún más. Un deporte del que no entendía absolutamente nada y donde solo veía gente golpeándose una vez tras otra.

La espectacularidad en cada acción me hizo pasar las siguientes dos horas (el partido ya estaba empezado) enganchado a un deporte del que no tenía referencias. Al día siguiente, empecé a buscar información sobre quienes eran esos Green Bay Packers y sobre quien era ese número cuatro, un tal Brett Favre.

Aqui es donde empieza mi afición hacia el football americano. Afición que se ha convertido en obsesión, por otro lado.

Yo he sido jugador de baloncesto profesional en España, así que he tenido la fortuna de jugar con muchos jugadores norteamericanos que me han facilitado, en muchas ocasiones, la posibilidad de ir aprendiendo un poquito más de este deporte cuando en este país era casi imposible conseguir información sobre él.

screenshot_823Recuerdo hacer fiestas con estos compañeros en cada Superbowl para ver el partido. Viendo lo que significaba para ellos, me di cuenta de que, éste, no era un deporte cualquiera. Y, a medida que han ido pasando los años, he conseguido llegar a ese nivel de excitación.

Después de pasar varios años viéndolo como un hobby, me decidí a meterme de lleno en cuestiones más tácticas y técnicas. Todo esto para poder entender mucho mejor lo que hacen y como lo hacen. Soy curioso por naturaleza y no podía dejar pasar situaciones en el emparrillado que se escapaban ante mis ojos.

Comencé una búsqueda casi enfermiza de libros tácticos (todos ellos en inglés) para poder entender el juego y eso me ha llevado a ser aún más fanático con este juego. Leía, veía vídeos, veía partidos una y otra vez para memorizar movimientos…vamos, una locura de la que he sido consciente y muy persistente. Y tengo la sensación de que no sé ni la mitad de las cosas aún. El football es enorme.

He sido seguidor de los Green Bay Packers desde que vi a Favre, pero mi corazón es muy grande y hay otro equipo que se ha ganado un hueco dentro de él. Carolina Panthers es ese equipo. Los que me conocen saben porque son ellos. Su quarterback, el amado y odiado a partes iguales, Cam Newton es mi “ojo derecho” dentro de una liga donde las estrellas son infinitas. Pero antes de la llegada de Newton, esa franquicia ha tenido uno de los jugadores con los que más he disfrutado Steve Smith siempre me ha generado mucha simpatía y, su manera agresiva de jugar, me hacía sentirme muy identificado con él. Poco a poco, los Panthers me han ido importando más y más, hasta hacerme pasar uno de los peores momentos delante de la televisión que recuerdo. La Superbowl del año pasado fue un duro golpe para mí.

Cam Newton y Aaron Rodgers son los dos jugadores que más me han emocionado, pero ninguno ha llegado (por ahora) a acercarse al gran Favre. Ese tipo estaba hecho de otra pasta.

Esa es mi historia con el football americano y es un cuento que nunca abandonaré. Soy fan del football y nada, ni nadie, puede evitarlo ya. ¡¡Qué feliz soy de septiembre a febrero!!.

Por Rubén Ibeas García

*
Rubén es @rubenibg en Twitter. Articulista sobre NFL en Diario As. Puedes ver sus notas en este enlace. También tiene un interesante blog de táctica en Football, llamado Breakdownpackers. Puedes leer sus artículos acá.

About Author

Comments

comments