No se vosotros pero yo sigo en estado de excitación máxima después de lo acontecido durante todo el fin de semana de Divisionales, el cual no pudo tener un final más épico que el vivido en el U.S.Bank Stadium de Minneapolis. Si os soy sincero me ha costado decidirme sobre qué escribir esta mañana de lunes. El artículo empezó siendo una especie de crónica del encuentro entre Vikings y Saints, para después pasar a ser una historia de la gran jornada dominical que tuvimos ayer y para finalmente transformarse en una carta de amor a la NFL y en concreto a estos dos días que nos ha regalado a todos los locos que seguimos con pasión este deporte.

Y es que hoy lo habréis leído y escuchado mucho. La National Football League es la mejor competición deportiva del universo. Por su puesto que esto es una aseveración personal y que cada cual tendrá su deporte y competición favorita, pero lo que está fuera de toda subjetividad es que el inmenso vaivén de sensaciones que cada partido de fútbol americano provoca en el espectador está muy por encima de lo que cualquier otro encuentro de la competición que querías os puede hacer sentir.

Keenum y Diggs, los héroes de la noche. Vía USA Today

Son casi cuatro horas de magia, de un fervor desmesurado, donde ciento seis gladiadores compiten hasta la extenuación dejándose la vida en cada snap. La fiereza con la que se juega este deporte no encuentra parangón en ninguna otra especialidad. En cada rincón de un emparrillado se da una batalla distinta jugada tras jugada, impidiendo tomar un solo segundo de respiro. Y lo más impresionante es que todas esas confrontaciones tácticas, técnicas, físicas incluso psicológicas que se desarrollan a lo largo de un partido y con las cuales en enormidad de ocasiones únicamente se busca avanzar una valiosísima yarda, pueden terminar en agua de borrajas por culpa de un último pase, un último salto, una última carrera jugados con el corazón y donde todo lo anterior de nada ha valido.

La NFL no necesita de estas épicas para ser grandiosa, el mismo funcionamiento y desarrollo de la competición ya la hacen ser algo único. Sin embargo, año tras año nos enamora un poco más porque siempre tiene preparada una nueva hazaña nunca antes vista. No se cansa de sorprendernos. Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto se empeña en inventarse nuevas retóricas, nuevas narrativas y nuevas gestas que jamás pensábamos que pudieran existir.

Durante este sábado y domingo hemos sido testigos de cuatro historias a cada cual más emocionante. Cuatro partidos que han permitido que esta Ronda Divisional sea una de las más bonitas que por lo menos yo recuerdo. Voy a tratar de resumir lo que ha sido para mi cada uno de los cuatro duelos que me han tenido amarrado al sofá y pegado al televisor durante un fin de semana que será difícil de olvidar. Que digo difícil, será imposible.

ATLANTA FALCONS – PHILADELPHIA EAGLES

Nunca subestimes a un un equipo que ha terminado como el número uno de su conferencia. Pocos, por no decir nadie, confiaban en que los Eagles fueran capaces de llevarse el triunfo frente a unos Falcons que llegaban totalmente crecidos. Aquí ya habíamos avisado que Philly era mucho más que el quarterback y que habían demostrado a lo largo del año ser un bloque realmente sólido con razones de peso para vencer a cualquiera en un partido a vida o muerte.

Pederson y Foles durante el partído, vía Eagles

Y la mayor de esas razones está en la banda y tiene nombres y apellidos: Doug Pederson. Para mí gusto no se está valorando lo suficiente el trabajo que ha hecho el head coach en los dos años que lleva al frente del equipo y los primeros en menospreciar su labor es la propia afición de Philadelphia, una de las más exigentes de la liga. Pues bien, lo que hace Pederson este sábdo, en compañía del coordinador defensivo Jim Schwartz, es una oda a lo que debe ser un entrenador de fútbol americano.

Pederson supo enfatizar al máximo las virtudes de los suyos y atacar sin piedad las debilidades del contrario. Los Eagles se llevaron el partido en las trincheras, hicieron bajar a su rival al fango, terreno donde ellos se encuentran realmente a gusto ya que cuentan con unas lineas defensiva y ofensiva que son de lo mejorcito de la liga. Pederson de paso supo diseñar un plan de juego sencillo pero eficaz donde Nick Foles, quien fue de menos a más, se encontró más que cómodo. En definitiva, lección de cómo se debe preparar un partido.

TENNESSEE TITANS – NEW ENGLAND PATRIOTS

En el football no existen los imposibles pero si hay algo que se acerca a ello no puede ser otra cosa que ir a ganar a Foxboro en enero. Lo asombroso de los Patriots es justamente que ya no sorprenden. Esa es su grandeza. Llegan a su séptima final de conferencia consecutiva casi sin despeinarse y lo vemos como algo normal, cuando algo así ni se había dado en el pasado ni se va a volver a repetir en el futuro.

Brady tuvo una nueva actuación brillante, vía The Star

Frente a Titans partían como muy favoritos y demostraron el porque en el campo. No solo no les dieron oportunidad alguna de sorprender sino que directamente les aplastaron, sin miramiento alguno. Les pasaron por encima, en ataque y en defensa, de principio a fin y cuando se llegó al final los jugadores, bajo un estadio casi vacío, se fueron al vestuario sin celebración alguna, con caras serias y con la mente puesta ya en el próximo desafío. Do your job.

Para el recuerdo (aunque algunos lo verán con malos ojos) la revisión de jugada solicitada por Bill Belichick a poco más de dos minutos para el final y con el encuentro ya decidido desde hacía rato. Eso son los Patriots, un conjunto con un hambre de victoria como pocas veces antes habíamos visto y con un afán de superación y de competitividad que rayan lo irracional.

JACKSONVILLE JAGUARS – PITTSBURGH STEELERS

Si a un seguidor de Steelers le dices que los suyos van a conseguir 42 puntos en un partido de playoffs en el Heinz Field y que aún así van a perder, lo primero que te preguntaría es qué clase de psicotrópico has fumado. Y si después le dices que quien te ha hecho perder han sido los Jacksonville Jaguars con Blake Bortles a la cabeza directamente llamaría a las autoridades sanitarias para que te encierren de por vida. Pues sí gente, esto fue lo que sucedió este domingo. Ver para creer.

Fournette en uno de los touchdowns, vía The Ringer

Encuentro jugado de poder a poder en el que los Jaguars destrozaron a una defensa que ya habíamos avisado que era una de las grandes mentiras de la temporada. Fournette les dejó heridos de muerte por tierra y Bortles les apuntilló por aire sin que un Mike Tomlin totalmente superado supiera ajustar a lo largo de todo el enfrentamiento. De nada sirvió la exhibición de Ben Roethlisberger en el otro lado del balón, demostrando que aún le queda gasolina en el estanque por lo menos para volver a intentar el asalto al anillo la próxima temporada.

Partido electrizante que parecía no querer acabar y en el que ambos equipos se propinaban un golpe tras otro sin que ninguno de los dos cayera a la lona por KO. Me alegro mucho por un Bortles ya que lleva toda el año en entredicho y por el que sus compañeros salieron a dar la cara tras el partido. Estos Jaguars parece que no le tienen miedo a ningún reto y ya han avisado que la próxima semana van a ir a Foxboro a ganar.

NEW ORLEANS SAINTS – MINNESOTA VIKINGS

Como sino hubiéramos tenido suficiente con los tres partidos anteriores lo mejor estaba aun por llegar. Lo que presenciamos este domingo en Minnesota es ya sin duda alguna un partido histórico. Un duelo entre dos equipazos en el que ninguno se merecía perder y que además terminó con la maldición de que la franquicia que acoge la Superbowl no llega tan siquiera a la final de conferencia. Creo que no me equivoco si digo que todos los que pudimos ver en directo el partido, fuéramos o no fans de alguno de los dos conjuntos, terminamos viendo los instantes finales de pie, con los ojos fuera de órbita y con las manos en la cabeza.

El encuentro tuvo de todo. 17 puntos de los locales para abrir el marcador, sin que unos Saints completamente desarbolados encontraran el camino de hacer daño a una defensa de Vikings que completó una primera mitad que para mí fue una de las mayores exhibiciones defensivas que recuerdo. Una remontada a fuego lento de New Orleans, con una segunda parte de Drew Brees que está al alcance únicamente de muy poquitos quarterbacks en la historia de este deporte. Cuatro alternancias en el marcador en dos últimos minutos de locura que nos hicieron vivir en una auténtica montaña rusa de sensaciones. Y una última jugada con el reloj llegando a cero con la que podemos catalogar lo sucedió anoche como el milagro vikingo.

Diez segundos para la historia, diez segundos que los seguidores de Saints querrán pero no podrán borrar nunca de su cabeza (os lo digo yo, sin ánimo de ofender, seguidor quesero que hace tres años viví algo parecido), diez segundos que los fans de Vikings recordarán como los más dulces de una historia que siempre les había dado la espalda. Diez segundos que condenarán para siempre a Marcus Williams tras un placaje al aire. Diez segundos que harán que jamás olvidemos quien es Stefon Diggs. Diez segundos que pusieron el punto y final a un fin de semana glorioso. Diez segundos que nos recordaron por enésima vez lo jodidamente fabulosa que es la NFL.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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