Hace cosa de un mes se produjo un hecho en Jacksonville que no por esperado dejó de ser un momento de felicidad para los aficionados de la franquicia. Los Jaguars despidieron al que había sido la lacra del equipo durante los últimos cuatros años, Gus Bradley. El entrenador con peor record en la era Superbowl, quien a buen seguro no será bien recibido en el estado de Florida durante una buena cantidad de años.

Este fue el primer paso en el lavado de cara de un equipo que estaba hundido en el fango. Todo hacía indicar que sería el inicio de una nueva etapa llena de ilusión. La de Jacksonville no es una franquicia que necesite una reconstrucción profunda. No tiene que empezar de cero gracias a que en sus filas cuenta con una gran cantidad de talento. La gerencia se había movido muy bien tanto en los últimos drafts como en la agencia libre.

Pero ese talento no va a funcionar por sí solo. Se necesita un entrenador que los haga jugar, que los haga desarrollarse y crecer como profesionales. Este lunes los Jaguars han anunciado la contratación como entrenador principal del que había sido el interino después del corte de Bradley. Doug Marrone se hace así con una de las vacantes más golosas que habían quedado disponibles.

A mí esta contratación me parece de todo menos una forma de empezar de nuevo. Los años de Bradley han sido más que grises y el movimiento lógico hubiera sido romper con todo aquello que pudiera hacer recordad al último régimen. La llegada de Marrone no es más que una transición limpia dentro de la franquicia. Es el paso del testigo a una persona que había sido parte del antiguo staff durante las dos últimas temporadas.

Para más inri, Marrone formaba parte del grupo de entrenadores que se encargaban de la faceta ofensiva. Sí, esa que ha sido un horror total durante esta campaña. Es verdad que “sólo” ejercía como coordinador de la línea ofensiva, la cual está lejos de ser buena a pesar de contar con grandes nombres, y como asistente del entrenador, pero a mí me parecen cargos más que suficientes para achacarle cierto grado de responsabilidad sobre el mediocre juego desarrollado.

No hace falta que os diga cómo han recibido la noticia entre los fans del equipo. Ha sentado como una bofetada, que duele aún más sabiendo que hay entrenadores disponibles de la categoría de Mike Smith o Kyle Shanahan entre otros. Cualquier intento de mirar hacia delante se ha detenido bruscamente.

Por si esto no fuera poco, y ante el hecho de que precisamente esta contratación no iba a suponer ninguna ilusión en los seguidores, la franquicia ha llevado a cabo otro fichaje. Tom Coughlin llega a la que fuera su casa como Vicepresidente Ejecutivo de Operaciones de Football. Vamos, lo que en la jerga de la calle se conoce como la mano derecha del general manager.

Coughlin en principio también era un candidato al puesto de entrenador, aunque ahora pienso que esto era más de cara a la galería que otra cosa. A mí este fichaje no me parece más que una cortina de humo. La manera de distraer las miradas de la contratación de Marrone y una forma de “engañar” a la afición, la cual estaba deseando ver de vuelta al veterano entrenador. Les están pasando gato por liebre de una forma muy sutil.

Espero equivocarme, pero creo que a falta de confirmar quién se hará cargo de la parcela defensiva, veo muy difícil que con este movimiento los Jaguars sean contendientes a luchar por su división. Me encantaría que esta franquicia que lleva tantos años sufriendo desmedidamente nos dé una alegría y la volvamos a ver arriba, con todas sus estrellas en formación asombrando a la liga. Sin embargo, nada de lo sucedido hasta ahora me hace pensar lo contrario, creo que Jacksonville deambulará durante un tiempo más sin saber muy bien hacia dónde dirigirse.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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