Cuando se confirmó de nuevo la sanción de cuatro partidos a Tom Brady que Roger Godell, el tan “querido” comisionado de la NFL, le impuso por el ya casi olvidado caso del deflategate, todos los aficionados patriotas se echaron corriendo a guías y calendarios para comprobar cuáles eran los rivales a los que se tendrían que enfrentar sin su mejor jugador. Quedaron más o menos aliviados cuando pudieron ver que dos eran enfrentamientos divisionales, siendo ambos en casa, y había un partido más en el Gillett Stadium contra un rival teóricamente asequible como los Houston Texans. Sin embargo, la primera semana, tanto fans como expertos, auguraron una derrota a domicilio contra los todopoderosos Arizona Cardinals. Todos esperaban una victoria más o menos cómoda del último finalista de la conferencia nacional. Todos, a excepción de uno, Bill Belichick.

Después de lo visto en el que fue el Sunday Night Football no me cabe ninguna duda de que Belichick había preparado a conciencia este partido. Y más que eso, había tenido dos meses para convencer hasta el último trabajador de la franquicia de que iban a ganar. Que se creyeran el cuento de que una derrota era inadmisible y de que confiaran en sus posibilidades. Son muchos los triunfos que quedaran para siempre en el legado de Belichick pero el de este pasado domingo no es uno cualquiera.

El partido se le puso de cara a los de Foxborough cuando después de una errática primera ofensiva de Arizona, el ataque dirigido por Garoppolo realizo un brillante drive de poco más de cuatro minutos que termino en touchdown de pase. Estas dos series fueron un preludio de lo que sería todo el partido, muy decantado en todo momento y a pesar de lo que dice el marcador hacía los visitantes. Unos Patriots muy efectivos que lograban avanzar sin necesidad de explosivas jugadas y unos Cardinals muy ansiosos a los que les cuesta jugar viéndose por detrás en el luminoso.

Garoppolo / Web Digital
Garoppolo / Web Digital

Todas las miradas del partido iban a estar puestas en el quarterback de New England, y contra la mayoría de los pronósticos realizó un gran partido. Muy eficaz en todas las facetas del juego y sobretodo mostrando un temple y una tranquilidad características del mismísimo Brady. Consiguió 264 yardas de pase incluida la anotación mencionada, con un porcentaje de completados por encima del 70% y un rating de 106 puntos. Pero más allá de las estadísticas, debemos quedarnos con las sensaciones que transmitió. El partido era posiblemente de los más complicados que tendrá el equipo a lo largo de todo el año, en un escenario muy hostil y bajo unas circunstancias que podrían echar para atrás hasta el más atrevido. Garoppolo tuvo la capacidad de sobreponerse a todo ello y demostrar que hay vida más allá de Brady.

Hay más cosas a apuntar respecto al ataque. La más importante, es que de nuevo la línea ofensiva es una unidad que existe en el equipo patriota. La mano de Dante Scarnecchia se ha podido ver desde el primer día a pesar de no contar con los dos tackles titulares. Los llamados “gordos” lograron dar un segundo más al mariscal en cada jugada y ayudaron a un juego de carrera en el que Blount demostró que ha llegado con mejor forma que el año pasado. La lucha de este corredor frente a un front seven de los Cardinals que se ha visto fortalecido durante la temporada baja fue muy reseñable. Hay que destacar el touchdown que consigue mediante un acarreo lleno de garra y pundonor. Blount recibe el placaje a cuatro yardas de la línea de gol y en un esfuerzo titánico es capaz de arrastrar a cual defensor se le puso por delante hasta que logra entrar en la end zone.

En lo referente a la defensa de Cardinals su partido se puede definir como oportunista, muy en la línea de lo ofrecido el año pasado. Esto quiere decir que no fue ni mucho menos brillante pero que supo aprovechar las ocasiones que tuvo para generar errores en el rival. En concreto, tres fumbles, dos de los cuales recuperaron. Gracias a ellos, pudieron generar 14 de los 21 puntos totales que consiguieron al aprovechar la buena posición de campo. Hasta ahí bien, pero hay dos aspectos a señalar como algo que deben mejorar si quieren seguir creciendo como defensiva. El pass rush aún es bastante deficiente. Se pudo ver un buen trabajo del ex patriota Chandler Jones pero estuvo muy solo.

Lo más grave fue su secundaria. Mathieu demostró que se ha recuperado bien de su lesión y Peterson no fue quemado, pero más allá de estos dos jugadores la unidad de esquineros es un solar y los safeties solo producen cuando trabajan en la caja como jugadores destinados a parar la carrera, o a atacar a quarterback rival mediante blitzes. Estuvieron completamente inoperantes en terceros downs y jamás pudieron evitar las recepciones en las rutas intermedias en la que tan bien se desenvuelven los receptores de Patriots. En la imagen de abajo, una jugada con un ejemplo de esto y que fue clave en el resultado final del partido, ya que se trataba de un 3&15 con 9 minutos por jugar. Patriots lograría el primer down y a la larga el field goal que les daría la victoria.

4° cuarto (9:04), 3&15 en NE 20 / Game Pass
4° cuarto (9:04), 3&15 en NE 20 / Game Pass

Sin embargo, Arizona mostró su peor cara en la ofensiva. Sus números no son malos pero si insuficientes para un ataque que se supone que es uno de los más productivos de la liga y que está repleto de estrellas. Funcionó gracias a los destellos del incombustible Larry Fitzgerald en la faceta aérea y de un imparable David Johnson acarreando el ovoide. El primero consiguió dos TD con los que suma 100 en toda su carrera, situándose como el décimo jugador de la historia que más anotaciones ha conseguido recibiendo el balón. Por su parte, Johnson dio la sensación de jugar con una marcha más que el resto. Sus cambios de dirección destrozan la vista de cualquier espectador y la potencia con la que sale de ellos le permite sobrepasar defensas con una facilidad pasmosa.

Por esta última razón, no entiendo que tuviera sólo 16 oportunidades para correr, mientras que Palmer se fue hasta los 37 lanzamientos. Incomprensible el desequilibrio a la hora de cantar las jugadas desde la banda. Y aquí es donde quería llegar. Desde mi punto de vista el partido lo pierde Bruce Arians, el entrenador de Arizona y que se caracteriza por jugar con una agresividad desorbitada en todas las facetas del juego sin importar el qué, dónde y cuándo. Este domingo se nubló intentando pasar una vez tras otra, cuando todo el mundo estaba viendo que le costaba Dios y ayuda completar a su mariscal y que cuando este lo hacía era para una generar una ganancia insignificante para lo que suele ser este ataque aéreo (6,3 yardas/pase).

El planteamiento ofensivo fue horrendo, jugando desde el inicio con una prisa más propia de estar perdiendo el partido por dos o más anotaciones. Les abruma ir a remolque, o más bien dicho, no saben verse por detrás en el marcador si nos quedamos con el juego desplegado durante este encuentro. Arians se ahogó en sus propias cualidades, o más bien, Belichick le ahogó. Utilizó el arma que tanto le gusta al de Cardinals en su contra, sin que este se percatara en ningún momento. Fue una demostración de pizarras como la que tantas veces nos ha regalado el bueno de Bill. Arians, que es considerado uno de los mejores entrenadores de la liga (y con razón), fue vapuleado por el maestro zen del fútbol americano, la única persona sobre la tierra que sabe de este deporte y la única que sabía quién ganaría el primer SNF de la temporada.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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