El pasado Thursday Night Football era uno de esos partidos que te tienen en vilo desde que te levantas por la mañana ese mismo día. Es más, de los que estás esperando desde el martes, cuando una vez digerida la jornada anterior echas mano del calendario y revisas los enfrentamientos de la próxima semana. Eran varios los alicientes que hacían que este Oakland Raiders – Kansas City Chiefs fuera catalogado como uno de los partidos del año hasta el momento: se veían las caras dos de los mejores equipos de la competición (seguro que ninguno de ellos baja del top 5 en cualquier power ranking); estaba en juego el liderato de la división más fuerte de toda la liga, la AFC Oeste; los de negro y gris podían resarcirse de la paliza que recibieron de Kansas City al principio de la temporada; era una gran reválida para el que muchos debe ser el MVP, Derek Carr; y por si fuera poco, el clima se empeñó en poner un tinte más dramático en esta historia, ya que los termómetros marcaban minutos antes del kickoff una temperatura que se acercaba a los -10°C.

Por todo ello, esta era una cita imperdible para el espectador. Arrowhead lo sabía. Este estadio de Kansas City es uno de los más ruidosos de toda la NFL junto con el CenturyLink Field de Seattle. Las gradas del recinto son una acumulación de gargantas enloquecidas cuyo único objetivo es desorientar al ataque del equipo que ose desafiarles. Gritan sin cesar durante los sesenta minutos cada vez que su defensa salta al emparrillado, provocando un ruido ensordecedor que complica, y de qué manera, la comunicación entre el quarterback, entrenadores y resto de jugadores del conjunto rival. Más que provocar miedo escénico, lo que genera es una confusión de la que su equipo logra aprovecharse.

Esta fue una de las claves que ayudaría a los locales a hacerse con una victoria que les pone muy de cara su clasificación para postemporada. Evidentemente no es la única, no solo con afición se gana un duelo de tales dimensiones, pero es innegable que ayudó mucho a dar un nuevo golpe de autoridad, un aviso al resto de aspirantes. El primero lo dieron hace un par de semanas en Myles High, la casa del otro rival divisional con el que se están disputando el pase a playoff, y que les sirvió para llenarse de confianza.

Aunque confianza justamente tampoco es que le faltara a unos Raiders que están completando su mejor campaña desde hace más de una década. Los de la Bahía se plantaban en Arrowhead liderando la división, crecidos después de haber cosechado seis triunfos de manera consecutiva (la última derrota fue también contra los Chiefs) y lo que es más importante, transmitiendo sensaciones de equipo grande. Muchos expertos empezaban a verlo como el principal favorito para representar a la Conferencia Americana en la próxima Superbowl del mes de febrero. Además, cuentan con dos estrellas que optan a los premios individuales tanto defensivo como ofensivos. Khalil Mack y el mencionado Carr están en boca de todos y no paran de acaparar portadas.

Pues bien, los Chiefs les dieron una bofetada de realidad. Los de Missouri dominaron de principio a fin, demostrando que a día de hoy son mucho más equipo que los de Oakland. Y esta es la palabra a destacar: EQUIPO. Si revisamos la plantilla de Kansas City veremos que cuentan con jugadores en todas las líneas, que sin ser estrellas, salvo Justin Houston, destacan en cada una de sus posiciones.

En defensa, aparte de Houston, los Ford, Hali, Derrick Johnson, Peters y compañía son capaces de frenar a cualquier conjunto como llevan demostrando todo el año. En ataque, a pesar de recibir duras críticas desde hace tiempo, Alex Smith dirige una ofensiva muy eficiente. Sin grandes alardes, siempre se las apañan para poner en el marcador los puntos que el equipo necesita, y actualmente cuentan con dos figuras que les están permitiendo llegar a otro nivel. Travis Kelce y Tyreek Hill se están convirtiendo en dos jugadores capaz de decantar un partido para el lado de su equipo por si solos. A esto hay que sumarle unos equipos especiales que rinden de manera excepcional y cuya productividad se hace patente jornada tras jornada.

Todo ello, más allá de las individualidades, es posible gracias a una dirección magistral. Andy Reid encabeza un staff técnico maravilloso. Los entrenadores saben sacar lo mejor de cada miembro de la plantilla y la dedicación con la que preparan cada encuentro es uno de los secretos de su éxito. En algo que puede parecer tan fácil, como es preparar un game plan que explote las debilidades de su rival, Reid y sus colegas son de los mejores. En este enfrentamiento no fueron menos y le dieron una auténtica lección táctica a su homólogo en el otro banquillo, el coach Jack del Rio.

Cuando los “Jefes” atacaban, aparte de usar su juego de carrera poco vistoso pero efectivo, se ensañaron en explotar la zona más débil de su rival. Es sabido que los Raiders tienen un serio problema entre los linebackers. Alex Smith no tuvo ningún escrúpulo en lanzar una y otra vez el balón hacía allí, en donde la mayoría de las ocasiones Kelce le estaba esperando para no solo realizar la recepción, sino para conseguir un buen número de yardas tras esta. Fuera de este tipo de jugadas, el quarterback demostró un IQ sensacional y un atrevimiento pocas veces antes visto. Incluso llegó a completar un pase downfield sobre una doble cobertura desde su propia endzone.

En defensa tenían la difícil tarea de parar un ataque que llegaba lanzado y que cuenta con una diversidad de recursos y armas que hacen posible desmontar hasta la mejor de las defensas. Bob Sutton, coordinador defensivo de Kansas City, dibujó una trampa de la que Carr no supo salir en ningún momento. Las variedades de esquemas fueron infinitas: ejecutaron blitzes, mandaban hasta solo dos hombres a la presión, intercambiaban marcajes individuales y zonales, cualquier cosa era válida con tal de confundir al mariscal de Raiders. Asumieron encajar yardas de carrera con tal de conseguir que Carr lo pasara realmente mal. Además, estas yardas terrestres fueron minimizadas hasta que Johnson se lesionó.

Este fue uno de los momentos claves del partido, ya que el infravalorado linebacker es el timón de esta defensiva. De hecho, su perdida puede ser trágica, ya que a pesar de estar prácticamente clasificados para playoff, es en esta fase cuando le pueden echar mucho de menos. Lo “bueno”, es que van a tener un mes por delante para tratar de encontrar la manera de suplirle, aunque esto se me antoja extremadamente complicado.

De hecho, el único drive sostenido de Raiders fue en el que se lesionó el veterano jugador, momento en el que se lanzaron a romper la defensa en jugadas de carrera por el centro de la línea. Fue la última serie antes del descanso y la única en la que los visitantes conseguirían un touchdown. Los otros seis puntos vinieron vía gol de campo, tras haber recuperado la posesión mediante dos turnovers que los Chiefs sufrieron en su propia mitad. Una muestra más de que el dominio que ejerció la defensa sobre Carr fue insultante.

Éxito rotundo de los Kansas City Chiefs en global. Su ataque, defensa, equipos especiales, entrenadores y afición fueron un uno. Un conjunto que irremediablemente está llamado a conseguir algo grande. Es un error seguir creyendo que a la hora de la verdad volverán a caer. La hora de la verdad ya ha llegado, y en una división en la que cada triunfo cuesta sangre, sudor y lágrimas, los Chiefs están demostrando que son la mejor franquicia. El año pasado sirvió como escusa su calendario, del cual se achacó que era notablemente sencillo. Pues bien, yo digo que ganar en la NFL es extremadamente complicado, no hay rivales fáciles, y Kansas City lleva 20 victorias en los últimos 24 encuentros. Cuidado con el dato. Como ya dije en el último artículo, los Chiefs son élite y han llegado para quedarse.

No quería despedirme sin agradecer a mi amigo Alex, quien vive en Kansas City, el haber estado trasmitiendo desde el mismo interior de Arrowhead el ambiente que respiraba, y el haber facilitado los videos que se comparten en esta nota.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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