En una tarde que de por sí ya estaba agitada debido a la notificación por parte de la liga de la suspensión de seis encuentros a Ezekiel Elliot, los Buffalo Bills realizaron dos movimientos completamente inesperados que terminaron de incendiar redes sociales y webs deportivas, recordándonos una vez más que la NFL jamás descansa.

El nuevo gerente general de la franquicia de Orchard Park, Brandon Beane, se dio a conocer al resto de la liga y aficionados a través de dos trades con los cuales se deshace de dos de los jugadores más talentosos con lo que contaba en la plantilla:

  • Trade Bills – Eagles: Buffalo consigue al WR Jordan Matthews y una tercera ronda del draft de 2018 a cambio del CB Ronald Darby
  • Trade Bills – Rams: Buffalo consigue al CB EJ Gaines y una segunda ronda del draft de 2018 a cambio del WR Sammy Watkins y una sexta ronda del próximo draft.

Este tipo de intercambios no son nada comunes y mucho menos a la altura de la temporada en la que nos encontramos. No es para nada habitual el intercambio de cromos en época de training camps y a escasas semanas de que se ponga en marcha una nueva Regular Season. Podríamos decir que el timing es lo único que no encaja en ambos trades, ya que los cuatro jugadores involucrados llegan con el tiempo justo para adaptarse a una nueva franquicia con lo que ello conlleva: nuevos entrenadores, esquemas, compañeros, ciudad, etc.

Brandon Beane durante su presentación como nuevo GM de los Bills, vía New York Upstate

No obstante, estoy convencido que esto no ha sido un calentón de Beane, ni mucho menos, a buen seguro lleva cocinando a fuego lento estos movimientos desde que llegó al cargo en el mes de mayo, y he aquí la razón del momento. Los Bills despidieron a su anterior GM, Doug Whaley, nada más terminar el draft celebrado a finales de abril, algo también muy extraño en la NFL, por lo que Beane apenas ha contribuido en la confección de la plantilla actual.

¿Y por qué no esperar a la próxima offseason? Muy sencillo, la clave de ambos trades la tiene el receptor Sammy Watkins. El ex de la Universidad de Clemson entra en su cuarto año como profesional, y los Bills, que tenían la opción de renovarle el contrato por un año más de forma unilateral al tratarse de una elección de primera ronda, no ejercieron esta cláusula a causa de las dudas que genera el wide receiver debido a sus problemas con las lesiones. Por ende, Watkins iba a ser libre de firmar con cualquier conjunto en la próxima agencia libre. De esta manera los Bills dejan ir a un jugador que se iba a marchar en unos meses a cambio de nada, pero por el que ahora consiguen a no solo a otro jugador, sino que se hacen con un valiosísimo pick en la segunda ronda del draft a celebrar en 2018.

A partir de aquí creo que se desencadena el otro trade. Buffalo necesita hacerse con otro receptor número uno, por lo que mira hacia unos Eagles en los que el cuerpo de wide receivers se ha visto claramente fortalecido durante la última offseason. Matthews nunca logró convencer del todo a la parroquia de Philadelphia, y dado que esta temporada iba a tener claramente un menor protagonismo, Philly no tiene impedimento en dejarle marchar, eso sí, a cambio de un cornerback que es la posición más despoblada de su plantilla. Por supuesto, en otra genialidad de Beane, Buffalo suma nuevamente otra elección alta para el próximo draft, esta vez de tercera ronda.

Jordan Matthews celebrando un touchdown con los Eagles, vía Philly Voice

Es innegable que el depth chart de Buffalo es hoy peor, pero esto no significa que vayan a hacer tanking como muchos ya están anticipando. ¿O es que el haber contado con Watkins y Darby les situaba en una dimensión mayor respecto a la que se encuentran con Matthews y Gaines? Para nada. Cierto que en la posición de cornerback salan claramente desfavorecidos, pero Darby, después de una temporada rookie excelente tuvo un segundo año muy decepcionante, y además, ya está Sean McDermott para reconvertir a Gaines en un jugador aprovechable. Y que no se nos olvide, McDermott ya ha demostrado que sus defensas funcionan a través de un front seven potente, el cual se encarga de facilitar el trabajo a la secundaria.

En el caso de los receptores me atrevo a decir que los Bills apenas salen perdiendo. A ver, antes de que me empecéis a lapidar, Watkins tiene un talento descomunal, infinitamente mayor que Matthews, pero pertenece al club de cristal de bohemia. Sus problemas físicos cada vez son más latentes y viene de una temporada en la que ya se perdió la mitad de los encuentros. Además, Matthews no es ni mucho menos manco, es un receptor muy fiable que incluso puede dar un paso más en Buffalo puesto que opino que en Philadelphia estaba desaprovechado jugando como slot receiver.

Además, no nos engañemos, ni los Bills eran un equipo con opciones reales de playoffs antes de los intercambios ni son un desastre tipo Jets después de ellos. Juegan en una división que tiene claramente dueño y me costaba mucho ver que pudieran luchar por una plaza de Wildcard. El objetivo de McDermott este año es recuperar una defensa que tiraron por las Cataratas del Niágara los hermanos Ryan y tratar de conseguir un record que se aproxime al 50% que tanto gusta en Buffalo.

Sam Darnold jugando para USC durante la última Rose Bowl, vía NY Daily News

Jugadores aparte, lo verdaderamente importante de estos movimientos es el haber conseguido esas dos rondas altas del draft de 2018, que sumadas a las que ya tenían en las tres primeras rondas, se les queda el siguiente panorama: 2 picks en primera ronda, 2 picks en segunda ronda y otros 2 picks en tercera. En total, seis picks con los que pueden refinar el equipo y dar ese salto de calidad que les falta, ya sea haciendo uso de todas esas elecciones para elegir a seis jugadores o, lo que realmente creo que va a suceder, subir a escoger a ese quarterback franquicia que tanto tiempo llevan buscando.

Han pasado la friolera de diecisiete años desde la última vez que los Bills jugaron en postemporada, de las cuales solo en dos terminaron con récord positivo. Desde entonces, son muchos los mariscales que han estado al frente del ataque pero ninguno de ellos ha logrado encauzar la senda de la franquicia. Todo hace indicar que Beane tiene un plan cuyo objetivo no es otro que hacerse de una vez por todas con un quarterback de verdad y olvidarse de los Ryan Fitzpatrick y los Tyrod Taylor.

En una promoción en la que la camada de quarterbacks en principio viene plagada de talento (está por ver lo que son capaces de hacer este año), los Bills van a tener la potestad de elegir al que crean que será su Mesías. Nombres como Sam Darnold, Josh Allen o Josh Rosen ya suenan como posibles número uno y Beane tiene todas las armas necesarias para subir hasta el pick que sea necesario. El precio ya sabe cuál es, ahora solo le falta decidir cuál es su favorito.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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