Que las audiencias televisivas de la NFL este año se habían desplomado respecto a cursos pasados, pues ponemos en el horario estelar del domingo por la noche un Seattle SeahawksNew England Patriots. Crisis zanjada. El Sunday Night Football de esta semana ha sido el más visto desde el que inauguró la temporada, y el que más seguidores enganchó enfrente del televisor en la semana 10 de competición de los últimos cinco años.

Es cierto que los debates sobre la carrera presidencial en USA terminaron. Y también que los playoff de la MLB y más concretamente la fiebre por los Chicago Cubs también ha concluido. Pero que la propia NFL haya colocado este partidazo una vez finalizados estos eventos no es ninguna casualidad. Seahawks y Patriots son dos de los conjuntos más seguidos durante los últimos años debido a que ambos dominan sus respectivas conferencias. Los de Massachusetts lo llevan haciendo desde hace 15 años y los de la Ciudad Esmeralda han tenido un último lustro para enmarcar.  A esto, hay que añadir que la última vez que se vieron las caras fue en la Superbowl disputada en 2015 (temporada 2014) y que se recuerda como una de las mejores finales de los últimos tiempos, la cual terminó de forma dramática cuando el tiempo reglamentario expiraba.

Se esperaba que fuera un partido de altos vuelos y lo fue. No defraudó a nadie (bueno, a lo mejor a los seguidores patriotas). Fue un partido jugado de poder a poder, con siete intercambios de líder en el luminoso, y que terminó de forma inesperada, por lo menos para mí. Los ataques habían dominado el partido y todo hacía prever que el equipo que contara con la última posesión ganaría, o por lo menos llevaría el encuentro al tiempo extra para goce de los aficionados.

Fueron los Patriots quienes tuvieron el último drive, ya con el 31-24 y con más de cuatro minutos para el final, tiempo de sobra para atravesar el campo. El objetivo no era solo anotar el touchdown, que junto con el extra point, les permitiría empatar el duelo, sino que también debían consumir el reloj para que su rival no tuviera tiempo de reacción. Todo funcionó a las mil maravillas. Dirigidos por un Brady que se maneja como pez en el agua en este tipo de situaciones, y gracias a un pase suyo hacia Gronkowski, quien atrapó el ovoide en una recepción extraordinaria, los Patriots habían llegado hasta la yarda 2 de Seattle a falta de un minuto.

En ese momento apareció la magnífica defensa de Seattle, santo y seña de este equipo, y la cual ha sido la verdadera culpable de los éxitos. Fueron capaces de frenar a los Patriots en las cuatro oportunidades con las que contaron para lograr el touchdown, realizando así una goal line stand para enmarcar con la que consiguieron la victoria final. Se podrá reprochar las jugadas elegidas por Josh McDaniels, pero lo cierto es que la defensa de Seahawks no se dejó engañar en ningún momento, acertando desde la banda en los cuatro downs con los jugadores alineados, y estos con la ejecución de la orden recibida.

Chancellor y Gronkowski disputando el cuarto down definitivo, vía f3nws.com
Chancellor y Gronkowski disputando el cuarto down definitivo, vía f3nws.com

Lo cierto es que el equipo dirigido por Pete Carroll se llevó una victoria merecida, ya que a pesar de lo movido del marcador, la sensación desde el kickoff inicial fue que estuvo un paso por delante en todas las facetas del juego. Los Patriots se aferraron a la conexión de su quarterback con los tight ends, y a la eficacia en la zona roja de un Blount sembrado, que anotó hasta tres touchdowns por tierra. Seattle logró cerrar dentro de lo posible el campo, minimizando el daño que podían recibir vía aérea. De hecho, Brady llegaba hasta este domingo con una estadística individual inmaculada, siendo su balance TD – intercepciones de 12-0. La archiconocida secundaria de Seahawks no solo consiguió un pick, sino que dejo al bueno de Tom con cero anotaciones, algo que parecía imposible con el nivel que venía demostrando en las semanas previas. Además, lograron recuperar un fumble en el último cuarto que a la postre fue determinante. En total, 2 recuperaciones de balón que en partidos tan disputados como este se antoja como fundamental, ya que cualquier detalle puede decantar la balanza hacía uno de los lados.

En la otra batalla llevada a cabo, Seattle también fue superior. Russell Wilson realizó el mejor partido en lo que va de año y estuvo inmenso en la dirección de sus compañeros. Volvió a encontrar en Baldwin a su mejor arma, aquella que destrozó records en el tramo final de la temporada pasada. Tres fueron los touchdowns que consiguió esta letal dupla, sin que nada pudieran hacer los profundos de New England. Y los males que arrastraba la línea ofensiva apenas se evidenciaron gracias a un pass rush del front seven de Patriots prácticamente inexistente. Además, en zonas intermedias el running back rookie C.J. Prosise vivió a sus anchas, mostrando las carencias que ha dejado la marcha de Jamie Collins hace poco más de una semana vía trade. Los de Belichick tienen ahora mucho trabajo por delante para mejorar todos estos aspectos, y si bien son el claro favorito para lograr el seed uno de la Conferencia Americana, deben afianzar su defensa si quieren tener éxito en postemporada.

En definitiva, un gran partido con un gran final. La rabia es que estas franquicias solo se crucen en temporada regular cada cuatro años, debido a la forma que tiene la liga para confeccionar el calendario, la cual por cierto me parece magistral. Si queremos disfrutar de un nuevo duelo entre estos dos titanes, ambos deberán ganar sus respectivas conferencias y así poder viajar a un ocasional Superbowl al que no le faltaría antecedentes y emoción.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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